DESCUBRE SANTA TREGA: VIAJE AL CORAZÓN ARQUEOLÓGICO DE GALICIA

27 agosto 2025 - Historia -

EL CASTRO DE SANTA TREGA DESDE EL CIELO.

Historia, paisaje y legado vivo

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Un gigante estratégico entre el Miño y el Atlántico.

En la cima del Monte Santa Trega, entre el océano Atlántico y la desembocadura del río Miño, se alza uno de los yacimientos arqueológicos más imponentes del noroeste peninsular. A través de imágenes captadas desde el aire, este artículo propone una experiencia inmersiva para comprender la riqueza histórica, cultural y paisajística de este enclave milenario. Más que un conjunto de ruinas, Santa Trega es un testimonio vivo de la evolución social y espiritual de Galicia.

El Monte de Santa Trega, o Santa Tecla, con sus 341 metros de altitud, domina visualmente el territorio que lo rodea. Desde su cima, los antiguos habitantes del castro controlaban tanto el tráfico marítimo por el Atlántico como el fluvial por el Miño. Esta ubicación no solo ofrecía protección, sino también acceso directo a recursos pesqueros y agrícolas.

Su elección como asentamiento revela una visión estratégica, tanto defensiva como económica. Hoy, la villa de A Guarda se extiende a sus pies, mientras que los miradores del Pico do Facho y San Francisco regalan vistas espectaculares de la costa portuguesa, el Atlántico y el valle de O Rosal.

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Santa Trega a través de los milenios.

Antes del castro, ya existía una historia profunda: petroglifos, arte rupestre y evidencias de ocupación desde el Paleolítico. El castro como tal fue fundado hacia el siglo IV a.C., y vivió su máximo esplendor entre los siglos I a.C. y I d.C., convirtiéndose en una de las mayores "protociudades" castreñas, con hasta 5000 habitantes.

Su abandono fue gradual y pacífico, motivado por la romanización. La Pax Romana incentivó el desplazamiento hacia los valles y el contacto con el Imperio trajo integración más que conflicto. Excavaciones desde el siglo XIX, impulsadas por figuras como Ignacio Calvo y Cayetano de Mergelina, han permitido recuperar parte de su historia.

Lejos de ser un poblado improvisado, Santa Trega poseía una estructura urbana planificada: calles empedradas, viviendas circulares, plazas, canalizaciones de agua y una clara organización comunitaria. Las casas, de piedra con techos de paja, no tenían ventanas y centraban la vida en torno a la lareira.

La economía se basaba en la pesca, el marisqueo, la cerámica y la artesanía. La escasa caza y la vida al aire libre sugieren una comunidad autosuficiente, igualitaria y profundamente conectada con su entorno. La forma circular de sus casas puede responder a creencias espirituales, evitando esquinas donde los malos espíritus pudieran habitar.

El Museo Arqueológico de Santa Trega (MASAT), alberga una valiosa colección de objetos que relatan la vida castreña. Desde torques de oro hasta monedas romanas, pasando por cerámicas, textiles y símbolos grabados como esvásticas y trisqueles.

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Visitar hoy Santa Trega.

Recorrer Santa Trega es sumergirse en siglos de historia y espiritualidad. El museo, las viviendas reconstruidas y los miradores permiten entender la vida castreña mientras se disfruta del entorno natural.

Además, el monte alberga la ermita de Santa Tecla, con orígenes en el siglo XII y un cruceiro del XVI. Cada año, se celebra la Fiesta del Monte, mezcla de devoción y folclore, declarada de interés turístico. Santa Trega sigue siendo un lugar vivo de encuentro entre pasado y presente.

Comparado con castros como el de Baroña o San Cibrao de Las, Santa Trega sobresale por su tamaño, organización y ubicación estratégica. Mientras Baroña destaca como castro costero y San Cibrao por su conservación, Santa Trega representa un modelo avanzado de urbanismo castreño.

Las diferencias entre estos asentamientos ilustran la diversidad interna de la cultura castreña en Galicia, y el papel excepcional que jugó Santa Trega en su desarrollo.

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Conclusión.

El Castro de Santa Trega es mucho más que un sitio arqueológico. Su valor histórico, geográfico y espiritual lo convierte en un símbolo del patrimonio gallego. La continuidad de la devoción, las vistas privilegiadas y la riqueza de sus restos materiales ofrecen una experiencia única.

Aún queda mucho por excavar y descubrir. Proteger este legado y difundir su historia es esencial para conectar el pasado con el presente y asegurar que futuras generaciones sigan admirando este monumento desde la tierra… y desde el cielo


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